El barranquismo o descenso de cañones cuenta, en la orografía isleña, con unas excelentes oportunidades para su práctica gracias al amplio número de barrancos de Tenerife. Especialmente espectacular es el barranco de Carrizal, en el macizo de Teno, con agua y numerosos rápeles cortos, aunque es necesario tener en cuenta que las normas de protección del águila pescadora o guincho, especie gravemente amenazada, impiden el acceso durante su época de nidificación, de febrero a junio.
Otros barrancos atractivos son los del Río, en Arico, y de Badajoz, en Güimar. El barranco del Río, en el municipio sureño de Arico, probablemente el más largo de la Isla, discurre por una ruta, con agua, de alta exigencia, ya que su cabecera se encuentra a más de dos mil metros de altitud. Sin embargo, el barranco de Badajoz, en el municipio de Güimar, también al sur de la Isla, es seco y muy encajado. En ambos casos, se suceden espectaculares rápeles que permiten un disfrute máximo. Igualmente, el Parque Rural de Anaga cuenta con hermosos barrancos, como el de Taborno, fácil y con un recorrido espectacular.